Aunque en esencia las perlas son parecidas pueden tener distintos orígenes que es importante diferenciar. Las perlas pueden obtenerse cultivando ostras desde pequeñas o pueden ser obtenidas en el medio natural. Sin embargo, cualquiera de estas formas requiere la necesidad de hacer, incluso de forma artificial, que la ostra produzca una perla.
En la actualidad, las perlas naturales son toda una rareza aunque, hace unos años, había que pescar muchísimas ostras perleras para dar con una perla de buena calidad. Esto se debe a que hay un índice natural muy bajo de perlas en los lugares donde suelen abundar las ostras. Y al bajo índice hay que sumarle que no todas las perlas que encuentran cumplen el control de calidad necesario.
Las estadísticas con respecto a la pesca de perlas indica que solo la cuarta parte de las perlas que se encuentran sirven para fines comerciales. Las demás perlas, al no ser de tan buena calidad, se utilizan con otros fines como decoración de trajes y vestidos. E incluso algunas perlas eran empleadas en la práctica de la medicina tradicional asiática.
Por su parte, las perlas cultivadas se consiguen en un trabajo combinado entre la ostra y la mano del hombre. La diferencia entre una perla natural y una cultivada se encuentra en la materia de su centro. Así, las perlas cultivadas cuentan con un centro formado por concha de nácar, mientras que las perlas naturales tienen un centro formado por materia orgánica.
La forma de cultivar perlas consiste en un proceso que incluye una operación de injerto o implante. Este procedimiento lo descubrió el biólogo australiano William Saville Kent a finales del siglo XIX. Los descubrimientos de este biólogo sirvieron como base para las prácticas en el cultivo de perlas realizadas por los japoneses con fines comerciales.
En su afán por conseguir perlas de buena calidad, se llevaron a cabo pescas desenfrenadas e irracionales alrededor del mundo. Esto provocó un desequilibrio y hasta la extinción de poblaciones enteras de ostras en el mundo. Además, la creciente contaminación de los mares y el cambio climático perjudica la continuidad de estos moluscos haciendo que cada vez sea más raro encontrar perlas naturales.
Otras diferencias entre perlas naturales y cultivadas
El proceso natural de las perlas se da cuando la ostra construye una estructura llamada saco perlero. Dicho saco se forma a partir de un estímulo exterior que puede darse por un gusano, un parásito u otros irritantes en el órgano de los moluscos. Ese órgano es lo que se llama manto y se trata del encargado de producir tanto la concha como el nácar.
Lo que hace el manto es cubrir ese cuerpo extraño originando el saco perlero donde empieza a depositar capas microscópicas de nácar. Esto sirve para proteger el organismo de esa agresión externa y puede tardar mínimo 4 años en crear una perla de un tamaño considerable. Al tratarse de un producto natural tan raro, el valor de las perlas es muy alto, 10 veces más que el de una perla cultivada.