La confusión entre las palabras traducción e interpretación radica en las profesiones que designan. Suele pasar que se confunda la acción de traducir con la de interpretar. La diferencia entre ellas se encuentra en que una es en formato escrito mientras que la otra es oral.
Así podemos decir que la traducción es la acción de transcribir un texto de su idioma de origen a otro. La traducción es siempre en formato escrito, un claro ejemplo de traducción se da en el ámbito editorial. Cuando una editorial española decide publicar en su lengua una obra originaria de Francia debe traducirla.
La interpretación, en cambio, se realiza en forma oral. Implica también el pasar un discurso de un idioma a otro, pero verbalmente. Un ejemplo de interpretación sería si viene de visita el presidente de Rusia y al no hablar nuestra lengua precisa de un intérprete que lo ayude a comunicarse con los demás.
Ambos conceptos comparten la acción de transferir un discurso de un idioma a otro. Como ya dijimos, lo que los diferencia es el formato en que se realiza ese cambio. También los diferencia el hecho de que esos formatos requieren diferentes niveles de tiempo y aptitud.
Mientras que la interpretación necesita inmediatez y fluidez ya que se produce en el momento, la traducción puede llevar un poco más de tiempo. También ocurre que los discursos orales a interpretar no deberían ser muy largos. Esto es para que el intérprete pueda retener la información y poder comunicarla de una lengua a otra y viceversa.
En cuanto a la traducción, puede abarcar discursos pequeños desde una palabra, frase u oración hasta un libro entero. El acto de traducir puede darse el lujo de ser más detallista a la hora de interpretar dicho discurso. No cuenta con la presión del tiempo inmediato aunque debe respetar reglas ortográficas y gramaticales.
Aspectos de la traducción y la interpretación
Las diferencias entre estas acciones no deberían tomarse a la ligera, ya que cada una tiene su cuota de complejidad. Los intérpretes cuentan con mayor presión a la hora de realizar su trabajo. Deben retener todo lo que sus interpretados dicen, traducir esos discursos y comunicarlos de un lado al otro.
La acción de interpretar requiere rapidez, inmediatez y escucha activa, lo que puede resultar cansador y estresante. Esta acción requiere relacionarse e interactuar con otros de forma fluida y dinámica. La interpretación implica dos técnicas que son las más utilizadas a la hora de hacer el trabajo. Una es la interpretación consecutiva y la otra es la interpretación simultánea.
Los traductores no cuentan con la presión de la inmediatez, pueden tomarse su tiempo para hacer un trabajo más fino. Esto quiere decir que pueden investigar, revisar y corregir sus trabajos en busca de errores. Algunos traductores pueden tener una fecha límite de entrega que delimita la velocidad con la que realizarán su trabajo. Aunque lo más importante de esta tarea es transmitir de manera correcta la idea y significado original del texto.